jueves, 17 de mayo de 2018

Época del Mundial! a ponerse la camiseta!

De que hablamos en la empresa cuando decimos o escuchamos a los jefes, dueños, directores decir  “a ponerse la camiseta”? 

Esta expresión tiene sus orígenes en el deporte y más específicamente en el  fútbol.  Juego en el que sabemos que es imprescindible, además de colocarse la remera del equipo por razones reglamentarias, defender los colores del “bando propio” sin guardarse nada. 


Así como en ocurre en el fútbol,  la misma metodología de defensa se traslada a la empresa ya que hay que entregar lo mejor de uno para defender los intereses de ésta,  de una institución o de cualquier emprendimiento conjunto.

Me quedo con las últimas palabras, donde supone que una persona “entrega”; Sí  entrega  lo mejor de uno para defender los INTERESES DE OTRO. Concretamente hablamos de compromiso  y  sentido de pertenencia, también conocido como ENGAGEMENT, un capital que la alta gerencia siempre encomiendan  a los responsables de RRHH. Ahora bien ¿cómo podemos  alcanzarlo?

Desde mi área (la gestión de las personas dentro de la organización),  considero que mínimamente debe haber espacios de comunicación abierta  en  donde se comparta información valiosa: 

a) hacia dónde va la compañía/organización, 

b) cuáles son sus  prioridades y 

c) qué  se espera de cada uno para el cumplimiento de las metas. 

El rol del DT el equipo:

También es muy  cierto que ningún  equipo funciona sin un buen “director técnico”. ¿Cómo debería ser el líder para que  todos se pongan la camiseta? En primer lugar considero que debe estar presente en él la vocación de servicio, el entusiasmo y la pasión por lo que hace, actitudes claves para contagiar a otros y ayudarlos a descubrir lo mejor de sí. Esta persona debe propiciar  y generar un nexo, un vínculo de confianza, debe ser creíble y comprometido con la causa, predicar con el ejemplo; hacerlos sentir orgullosos de ser parte del grupo de trabajo. También será su tarea generar  un ambiente agradable, no de diversión y solo risas, si no  ameno, donde todos se sientan cómodos, escuchados, respetados y libres. 

Muchos dueños de empresas  a las que asesoro me dicen “no se puede estar todo el día con una risa de oreja a oreja con las cosas que pasan.  Además si vos das una mano, te agarran la otra y el codo luego”.  Las personas se comprometen con otras personas cuando  observan que hay  confianza y credibilidad del otro lado. Entonces se logra un vínculo donde por ejemplo, pensará  dos veces en faltar al trabajo, no porque la “empresa tal “será afectada, si  no porque le hace un terrible “hueco” a su jefe en la jornada diaria.  Como decía anteriormente, un líder “con la camiseta puesta” permite que todos participen en la toma de decisiones y sientan el negocio como propio. Y facilita que cada uno se desarrolle en las áreas que más le interesan para, de este modo, poder desplegar sus capacidades.

Muchos estudios sobre gestión y fidelización del talento suelen concluir que entre las principales razones que llevan a tomar la decisión de cambiar de empresa  o simplemente, de dejar de aportar el máximo, se justifican ante la necesidad no satisfecha de  “desarrollo profesional”  que pueda  otorgar la entidad  y la relación con un jefe directo. 

Por eso, primero nos pongamos nosotros las camisetas, como dueños, directivos y jefes. 
Y luego contagiemos con espíritu apasionado y responsable a los que están a nuestro cargo. El compromiso es entre las personas, principalmente, no entre una estructura y el colaborador.

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